Singularidades bajo el sol

 

By C. Olivier Lozano Villanueva

 

Con todas sus fuerzas chocan
el sol y la luna
las estrellas caen para atestiguar
la moral
con una carga de nervios grises

no tengas temor atiende a las crecidas
aguas que desbordan el límite de
los espejos

Entre otras masacres, Aimé Césaire, 2010

No tengo respuestas, pero sí muchas preguntas sobre la importancia de nombrar los territorios desde categorías cercanas a nuestras realidades. Porque tales categorías nos permiten dar sentido a nuestras reflexiones y generar un rastro de interrogantes que puede ser visto por aquellos con quienes compartimos nuestra cotidianidad. He nombrado como caribeñidad estelar al cúmulo de meditaciones que actúan como directrices—estrellas en los cielos— para guiarnos en conversaciones críticas y necesarias sobre el Caribe. [1] La que a continuación presento es una de ellas.

En el 2017 la Universidad de Guadalajara organizó un coloquio entorno a la figura de Richard Bernstein y el pragmatismo, coordinado por la filósofa de la ciencia y experta en pragmatismo, Nalliely Hernández, y el Departamento de Filosofía. En una de las notas de prensa sobre este evento, el compromiso con la producción filosófica de Bernstein fue entendido como una invitación a pensar críticamente sobre nuestro tiempo. Como afirma Hernández: “Lo suyo no son las respuestas definitivas sino las preguntas incómodas y estimulantes, esas que sacuden la confianza y nos hacen sentir todo el peso de nuestras acciones” (1).

En una sintonía similar hacemos eco de esta reflexión. Considero que es necesario comenzar a generar preguntas incómodas sobre lo singular que es el Caribe Mexicano y cómo nombrar y resignificar este espacio desde un punto de vista crítico nos permite involucrarnos en el mapeo de la hidra capitalista que como el sargazo vive en las costas y en el imaginario popular.  

Pensar, a pesar de que muchas veces pareciera una actividad solitaria, implica compañía y complicidad, un punto de partida que siempre nos remite a un Otro. Pienso el Caribe Mexicano en compañía de la poesía de Kamau Brathwaite, en especial en sobre su dictum: “El huracán no ruge en pentámetros.” Para entender la caribeñidad estelar, para dimensionar la importancia de la filosofía y la poesía caribeña, debemos ser capaces de crear nuestros propios modelos perceptuales para describir lo que nos rodea. O como dice Brathwaite en La unidad submarina: No tenemos las sílabas, la inteligencia silábica para describir el huracán (121). La importancia de crear nuestras propias categorías sobre el mundo que nos rodea radica en que estas pueden reflejar nuestras realidades de una manera mucho más familiar que otras. Es un primer paso para posicionar conversaciones que nos remitan a reflexionar sobre cuestiones epistemológicas, ontológicas, éticas y políticas desde la singularidad de esta geografía.

[Maropa, “Cenote” (2014)]

Mi preocupación por la creación de un pensamiento reflexivo también la comparte otro pensador, Felwine Sarr. El filósofo senegalés, en su obra Afrotopía, propone el concepto de Afrotopos como un mundo futuro que las sociedades africanas deberían desear por su poder de pensar y materializar los espacios africanos. Se trata de resignificar y reconfigurar la realidad para que se convierta en una utopía africana, en una Afrotopía. [2]

Esto es posible porque habitar categorías visibiliza problemas muchas veces olvidados e invisibilizados. Es entonces importante pensar el tiempo y el espacio como aspectos constitutivos de nuestro habitar, que no pueden relegarse a un segundo plano. Durante las dos últimas décadas hemos visto cómo la crisis ecológica ha dado lugar a diferentes concepciones de los tiempos que vivimos. Tal vez una de las que más debate ha suscitado ha sido la propuesta popularizada por el géologo Paul J. Crutzen, el Antropoceno. Dicha categoría fue pensada con la finalidad de evidenciar el impacto que ha tenido el hombre moderno desde la revolución industrial hasta la actualidad en los cambios acelerados del planeta. Nuestra era geológica se define por el hecho de que el hombre se convierte en una fuerza que da forma al mundo. Sin embargo, esta categoría pronto fue criticada por su visión estrecha. ¿Quién es parte del antropos?

Las respuestas, por el momento, siguen creciendo en caminos bifurcados, cada uno de los cuales destaca las aristas que quedan fuera del Antropoceno y que no reflejan las distintas causas de la crisis ecológica que hoy vivimos. Categorías como Capitaloceno, Plantacioceno, Chthuluceno, Antropobsceno, Tijuanoceno, Faloceno y Ayiti son algunas de las que han tratado de ampliar la mirada y la crítica en radiografíar la dimensión burguesa, patriarcal, antropocentrista, colonial y residual de este nombramiento geológico existencial. [3]

Las tres últimas—el Tijuanoceno, el Faloceno y Ayiti—son propuestas desarrolladas a partir de distintos contextos en el Sur Global; la frontera norte de México en Tijuana, el Caribe y Venezuela. Geografías desde las que el horizonte de la vida adquiere dimensiones incómodas. Por ejemplo, en “Tijuanoceno,” la filósofa Karen Villapudua propone entender el Tijuanoceno en relación con la crisis ecológica y sus consecuencias residuales entendidas bajo la especificidad de “aquel tejido intensivo de residuos humanos en todas sus variantes: psíquicas, corporales, y materiales” (1).

El grupo venezolano ecofeminista de investigación y acción, LaDanta LasCanta, en cambio propone el Faloceno como una hipótesis capaz de visibilizar el proceso en el que se lleva a cabo el exterminio de los ecosistemas actuales como “una extensión ‘natural’ de las relaciones de dominio y de las formas de violencia características del patriarcado” (26). En una sintonía similar, Malcom Ferdinand propone la hipótesis de Ayiti. En primera como una crítica a las filosofías ambientales del Norte Global, que movilizan imaginarios coloniales, y en segunda como otra línea de pensamiento mucho más cercana a las luchas y experiencias de personas y colectividades racializadas, esclavizadas y del Caribe que han vivido La Tempestad colonial de la modernidad.

Para Ferdinand, es importante visibilizar la dimensión colonial de la modernidad y establecer una relación con la crisis ecológica que vivimos hoy. Es por ello que señala en Decolonial Ecology: Thinking from the Caribbean World que:

Ayiti es principalmente la proposición de que la Tierra es la base de un mundo donde sus sistemas físico-químicos, sus estratos geológicos, sus océanos, sus ecosistemas y su atmósfera están relacionados de manera intrínseca con el colonialismo racial y con las dominaciones misóginas de humanos y no humanos, así como las luchas contra ellos. Reconocer la intrusión de Ayiti es reconocer la imbricación político-ecológica de la constitución colonial de la modernidad dentro de las formas para habitar la Tierra, que es la causa de la crisis ecológica actual (Traducción propia, 182).

Cada una de estas teorías anteriores busca exponer que las maneras en las que conceptualizamos el mundo no son neutrales. Nombrar la tierra, en este caso, lleva consigo una idea de mundo, de humanidad. En este sentido, resignificar el territorio que habitamos resulta importante para materializar otros horizontes de lucha, de esperanza y de resistencia. Los esfuerzos por pensar con otros referentes la época y el espacio en el que vivimos son solo uno de las tantas respuestas que está generando la crisis ecológica.

La conversación sobre el Caribealien, una fisura en el imaginario del paraíso.

En diálogo con estas inquietudes ¿Cómo pensar el Caribe Mexicano atento a este eco filosófico? Propongo pensarlo bajo lo que he nombrado Caribealien. [4] Esta categoría hace uso de la noción de “alien” desarrollada por el filósofo Kodwo Eshun en Más brillante que el sol. En dicho ensayo el pensador británico-ghanés desarrolla esta conceptualización para conservar y evocar los sentidos de lo ajeno, lo extraño y lo extranjero. Retomo este sentido para pensar como en el caribe mexicano la condición de extranjería se cristaliza a través de la ausencia de derechos políticos.

En el Caribealien la condición de humanidad pareciera estar negada para todo aquel que no sea turista, ¿Qué quiere decir esto? Significa que en el imaginario paradisíaco del Caribe también hay una geografía escondida, hay una crisis de derechos humanos viviendo en el fondo, como la de los cenotes, donde los derechos humanos están ausentes. El turismo en Quintana Roo se puede entender no solo como la gran actividad que moviliza el capital económico y social, sino también como un proyecto de ordenamiento existencial. Bajo este ordenamiento, el desarrollo pleno de una ciudadanía pareciera ser ejercido por unos cuantos dejando fuera a quienes que, como condenados Atlas, se encargan de sostener con su vida este mundo turístico. ¿Quiénes son los habitantes del Caribealien?

En la inscripción puede apreciarse una mayanizacion de la forma de pronunciarlo: ka-li be-‘e ‘a-li ye-ne. Kalibe Aliyen. Este diseño fue elaborado por el Mtro José Koyoc, historiador y caligrafista maya. Pueden encontrar su trabajo en redes bajo el nombre de 1 Uitzil Chac - Caligrafía Maya.

Son los que no tienen la credencial del turista. Son los trabajadores de la construcción desaparecidos y asesinados que no aparecen en las noticias nacionales, pero están enterrados bajo las grandes obras de desarrollo hotelero e inmobiliario. Los miles de asesinados por el narcotráfico. Jóvenes sin más perspectivas de futuro que el trabajo o el suicidio. Son todas las personas que han vivido el racismo estructural en esta geografía o han tenido que soportar la folclorización de sus identidades como pueblos originarios. En especial las comunidades mayas de Quintana Roo que, aunado a lo anterior, se ven obligadas a desplazarse a los centros turísticos de la Riviera Maya para encontrar trabajos que les permitan elevar su calidad de vida, aunque estos sean precarizados. Son las comunidades afromexicanas que han sido invisibilizadas de la historia, tanto es así que su importancia y bienestar social han sido borrados. [5] Son las mujeres que viven una violencia machista que ha derivado en un alto índice de feminicidios, convirtiendo al Estado en aquel con la tasa más alta en el país.

¿Somos aliens? ¿Somos extranjeros en nuestra casa? De qué otra manera explicar esta crisis en una tierra bañada por el sol, y moldeada por huracanes, ¿que sigue su curso? El Caribe Mexicano no está bordeado por el turismo, es un mundo turístico.

De ahí que dimensionar el Caribealien es vital para entender la crisis de derechos humanos en este territorio.  Pero nombrar este espacio es también una apuesta por resignificar el presente y el futuro. Es preciso recordar que antes de que el Caribe Mexicano se “creara” como polo de desarrollo turístico en la década de los 70´s, ya había una fuerte influencia afrocaribeña en la zona. El Caribe ha estado resistiendo, pero bajo otros imaginarios y prácticas. Esta es una de las muchas conversaciones incómodas que creo que deberíamos tener colectivamente. Pero primero debemos romper el silencio. Al nombrar esta grieta en el imaginario caribeño podemos incentivar respuestas y conexiones que nos lleven más allá de esta crisis. Nuestras geografías, nuestras realidades, lo requieren.

Al día de hoy las aguas del Caribealien están creciendo, acercándose poco a poco a nuestro cotidiano habitar, y el miedo ante la incertidumbre incrementa, pero como decía Césaire, no hay que tener temor ante las aguas que crecen.


Notes

[1] La primera vez que use este concepto fue en el ensayo Caribeñidad estelar en el dossier Habitar otro caribe: literaturas y pensamientos en Quintana Roo para la revista de Intervención y Coyuntura.

[2] Véase Felwine Sarr. Afrotopía. Madrid, España: Catarata, 2018.

[3] La literatura sobre el Capitaloceno ha aumentado mucho en los últimos años. Una referencia exhaustiva sobre este trabajo escapa a los límites del presente escrito, pero para una mejor comprensión recomendamos tres trabajos: Capital Fósil de Andreas Malm, El capitalismo en la trama de la vida de Jason. W. Moore y El Capitaloceno: Una historia radical de la crisis climática de Francisco Serratos. Véase también la obra de Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno de Donna J. Haraway para ahondar en los conceptos de Plantacioceno y Chthuluceno. Por último, para obtener información sobre Antropobscene, consulte “Antropobsceno” de Jussi Parikka, misma que está en libre descarga.

[4] Caribealien es una categoría elaborada por el autor del presente texto, y que es fruto de su investigación sobre filosofía y el caribe en México.

[5] Los estudios sobre las identidades afromexicanas en Quintana Roo son escasos, pero para valorar su importancia véase el texto Administrar los extranjeros: raza, mestizaje, nación. Migraciones afrobeliceñas en el territorio de Quintana Roo, 1902-1940 de Elisabeth Cunin y Los payobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice de Luz del Carmen Vallarta Vélez.

References

  • Brathwaite, Kamau. La unidad submarina. Ensayos caribeños. Buenos Aires, Argentina: Katatay, 2010.

  • Césaire, Aimé. Cuaderno de un retorno al país natal. Ciudad de México: Laberinto Ediciones, 2010.

  • Ferdinand, Malcom. Decolonial Ecology. Thinking from the Caribbean World. Polity Press, 2022.

  • LasCanta, LaDanta. “El Faloceno: Redefinir el Antropoceno desde una mirada ecofeminista.” Ecología Política (2017): 26-33.

  • Villapudua, Karla. “Tijuanoceno.“ Planisferio. (15 de Junio de 2022).

C. Olivier Lozano Villanueva es investigador independiente, docente y gestor cultural. Licenciado en Humanidades, en el área de Filosofía por la Universidad de Quintana Roo, institución en la que colabora como profesor de asignatura. Forma parte de la coordinación del Programa de Estudios Críticos Ambientales (PECA) y en la actualidad impulsa Lecturas del Trópico (LDT), plataforma pedagógica orientada a sistematizar talleres y cursos sobre filosofía ambiental, pedagogía y literatura en el Caribe mexicano.

Previous
Previous

Black Lesbian Aesthetics

Next
Next

The Soundtrack of Society: Rhythm and Liberation in Aníbal Quijano